jueves, 30 de agosto de 2007

Noches Nubladas

Bueno pues hoy ha sido un excelente día para mi, me levante tarde, desayune después hice una deliciosa pasta con albóndigas y me senté a revisar los 20 correo diarios de P.L.U.M.A, después de mirar me puse a hacer la tarea de mitología que por cierto esta larga y finalmente me decidí a pasar lo que se podría llamar una historia, anoche como a las 12 de la noche me dio por hacer algo y solo tenia papel y lápiz por que mi ipod estaba descargado así que aquí les dejo un pedazo para que me digan que tal va:

Noches Nubladas


CAPITULO 1
Las líneas de la mano

Hace tantas noches que vivo en este silencio, que aquel golpear de la lluvia sobre el frío vidrio me sacaron del ensimismamiento.
Caí de la cama, con todas las cobijas envolviéndome, esto evito que el golpe fuera menos doloroso, cuando por fin logre librarme de todas las cobijas, camine a tientas por la habitación esperando poder ver un poco de luz y tratando de no golpearme con las mesas y las sillas.
Descorrí las cortinas con mis heladas manos y al sentir la suavidad de la seda recordé a Richard, recordé su caminar torpe, su cuerpo flacucho, sus grandes ojos y su extraño pelo que siempre permanecía intacto, recordé sus camisas de tonalidades oscuras pero tan suaves como aquella cortina, que me dejaba ver a través de la ventana la vieja Rue Emeriau llena de un silencio sepulcral, en donde nadie se atrevía a pasar por su terrible y espantoso aspecto lleno de sombras que se movían, además de los peligros que se escondían bajo la oscura noche.
Más allá de esta calle se veían las luces de la place de Brazzaville y la lluvia, tan hermosa como siempre caía como si fuera su ultima noche.
De repente de entre las tinieblas se movió una sombra, era grande y parecía querer ocultarse de las miradas curiosas. Un hombre salio de entre las oscuridad, era alto, con una espalda ancha, pelo largo recogido a medias en una coleta, su vestimenta era aun mas extraña que la palidez de su cara, tenia unos jeans negros, unas botas negras un poco desgastadas y una camiseta gris que hacia que sus ojos ambarinos resaltaran a la luz de la luna y para resguardarse de la lluvia un gabán largo de color vinotinto.
Miró hacia mi ventana y tal como había llegado, sigiloso y entre sombras se movió hasta llegar a la puerta de la casa, no golpeo la aldaba solo miro hacia mi ventana y moviendo sus seductores labios dijo “volveré solo si así lo deseas” yo asentí pues sabia que no podía negarme a su voluntad y sorprendida me encontré de nuevo en mi cama.

Cuando intente ponerme de pie mi cuerpo estaba entumecido, no podía mover mis piernas y la aldaba seguía sonando, me desesperaba ese sonido, no podía despertarme, sabia que el día había llegado pero no podio abrir mis ojos, no podía ver el amanecer y tampoco podía callar ese sonido destemplado que hería mis oídos, intente gritar pero de mi boca no salio ningún sonido, mi respiración era lenta o bueno eso parecía realmente yo nunca respiraba...

0 comentarios: