Sentado en la penumbra la pluma vino a mi, el pergamino extendido sobre mis rodillas tenia tu aroma, una fragancia de rosas pero con un sutil toque de limón, lo miraba, lo releía, releía aquello que no estaba escrito, la pluma estaba lista, tenia tinta quedo suspendida y una lagrima callo, mi pluma tembló y al fin escribí:
Querida:
Esta es mi despedida este será mi último recuerdo, este será mí último regalo solo quiero verte para bailar el vals que nos hizo subir al cielo.
No ponía más, pero mis lágrimas escribieron mi nombre. Cuando estaba disponiéndome a enviarla mi corazón dejo de latir, es que hacia tanto que había esperado para escribirte que no me había dado cuenta de cuanto había envejecido sentado en esta silla esperando una lluvia de sangre, fue hoy el día que llore porque el tiempo, la lluvia y la sangre se unieron para parar mi futuro.
0 comentarios:
Publicar un comentario