Estaba sentada en el alfeizar pensando de nuevo en la muerte, pensando que quizás esta noche sería el fin de mi vida, había habado tanto con ese hombre que mis pensamientos solo recaían en la muerte, dolorosa, tal vez placentera, hasta una parte mi mente la quería sangrienta y despiadada. Después solo era una nada, las gotas de lluvia comenzaron a caer entré en al apartamento, cerré el ventanal y las gotas de lluvia se volvieron rojas, mi mente estaba jugando conmigo veía símbolos de muerte, de soledad, de oscuridad a cada paso que daba, por eso ese día decidí quedarme en mi habitación, desconecte todo, el teléfono, el portátil y todo lo que pudiera interrumpir mis largos y negros pensamientos. Después me plantee dejar de pensar en ello como si fuera toda mi vida. Moví mi cabeza de una lado a otro mirando lo que me rodeaba y te vi a ti, estabas caminando, en tus brazos llevabas unos lirios, tu sonrisa no era como la de ningún ser vivo en la tierra tus ojos deslumbrantes hacían que lo míos centellearan, tu porte era desgarbado pero en ti había una fuerza extraña, tu caminar era pesado y nada estilizado parecías un pequeño spaghetti, tu pelo azabache despedía unos centelleantes reflejos, caminabas tan alegre en la vida que no te habías dado cuenta que yo te estaba mirando desde mi ventana, ibas sin protección, la lluvia caía en tu saco, tus pantalones estaban empapados y aun así sonreías, no sabia como lo lograbas eso si días como estos eran los que mas me deprimían. Querido lector me imaginaras como una hermosa joven de piel blanca, pelo negro y atuendo fúnebre, pero para tu sorpresa mi cabella es roja, mi piel es como la de todos, de hecho mis mejillas parecen dos tomates, si, soy delgada pero no tengo al figura perfecta a la cual me adaptas, mis ojos son cafés y mi boca no es seductora y roja simplemente es mía, mi atuendo para que te rías son un par de sandalias, unos shorts de Jean y una camisa blanca que nunca supe donde la compré. Ahora puedo seguir porque ya se que no te haces una imagen falsa de mi, tienes los ojos y la mente en el hombre que pasaba, te preguntas si tuve algún romance, o si era un vampiro, o si era mi mejor amigo y venia a mi... Nada de eso solo era un caminante que como muchos otros pasan por la calle y solo por su sonrisa dejan huella. Sonríe querido lector porque alguien te esta viendo por la ventana.
miércoles, 6 de agosto de 2008
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